viernes, 5 de mayo de 2017

Andrés Atehortúa, Carta a Nixon Conguta


Hola cordial saludo, tenía en un inicio planeado ir respondiendo o contrargumentando apartes de su carta, pero a medida que iba escribiendo me di cuenta que era más valioso desarrollar lo que nació en mi gracias a su comentario inicial a mi carta. Principalmente porque me permitió escribir algunos esbozos de algunas consideraciones que he tenido frente a la actualidad, sus discursos y lo que empíricamente se da respecto a eso, que traduciría como una crisis. Entonces, lo que viene a continuación es lo que nació originalmente de esas consideraciones:

Hola, sí, es cierto que extraña por su componente formal la presencia de un encabezado como el que tenía la carta que le envié. Por desgracia aun llevo en mi memoria la dimensión evaluativa que tienen estas cartas, y la influencia que estas tienen en una de las notas del seminario. Entonces el liberarnos de ese aspecto institucional que nos mueve es algo que tenemos que aprender a discernir en cada momento, principalmente porque aunque yo considero que el vivir y sobre todo el Existir implica responsabilidad, estas responsabilidades inherentes al hecho de ser Existentes no deben estar necesariamente rotuladas bajo el marco de un deber frente a una institución. Y es algo que todavía no aprendo a separar. Es una suerte de llamado a asumir la mayor responsabilidad que podemos tener, y es la que hay con nosotros mismos para vivir sin necesidad de un camino allanado por el deber ser, es hacernos arquitectos de nuestra propia vida, y no desde una relación determinada por la exterioridad, sino respondernos también a nosotros mismos desde nuestros propios compromisos y poder dar cuenta de todo aquello que se convierte en una verdad por la cual estemos dispuestos a vivir y morir, como bien lo decía Kierkegaard. No se trata entonces de pensar en clave del qué dirán o de ser el mejor arquetipo de institucionalidad frente a los ojos de las personas. Creo que su reclamo está bien fundado para pensar en lo humano y sus relaciones lejos del camino que han habilitado las normas en nosotros. Esto no significa que se deba dejar atrás lo que ya está y negar el valor práctico que esto ha tenido para nuestras vidas, simplemente es detenerse en el avanzar presuroso que tenemos para mirar a los lados y no correr el riesgo de perder en el recorrido elementos del paisaje que nos inspiren.

Un problema que veo con preocupación radica en pensar que nuestra grandeza como seres humanos puede estar contenida en las directrices que el presente sigue fijando bajo la consigna de un progreso. Y todo parece estar subsumido por ello, ningún aspecto de nuestra vida se salva, un ejemplo claro es la manera en la que escribimos y argumentamos y también en la manera en la que nos comunicamos, la superficialidad de las conversaciones y de las relaciones actuales son una consecuencia clara, hay mucho y a la vez nada. Todo este panorama de “bienestar” esconde unas profundas contradicciones si hilamos con cuidado nuestra observación, pero el presente es así: se proclama una cosa y se actúa contrario a esas palabras, se habla de igualdad pero simultáneamente se está excluyendo a quien se considera contrario y es algo que sucede hasta en las esferas de la sociedad consideradas más progresistas. Si tuviera que definir en pocas palabras nuestra actualidad la llamaría: la época de la paradoja y la contradicción. Es la patente de una existencia que camina en el aire.

No pienso extenderme sobre este tópico, pero esto ocurre porque estamos en una época de transición, y como transición, la reina es la ambigüedad, la liquidez, pues estamos dejando un momento, y ese desprendimiento deja un residuo de nostalgia y a la vez que nos colma con la expectativa de lo venidero. Y esto lo percibo cada día al ver que reina más un escepticismo, pero no producto de la afirmación de los propios límites del conocimiento, no, no es un escepticismo epistemológico, es un escepticismo producto del miedo y la desconfianza. Ya muchos no creen en la ciencia porque limita lo humano, y ni que decir para quienes buscan en la religión una respuesta, terminan muchas veces tildados de ignorantes y atrasados: “son seres del pasado”. Como bien Nietzsche lo anticipaba estamos en una pura nihilidad a causa de esa transición. Nos hemos quedado enterrados en la angustia del presente. Todo parece ser posible, pero a la vez que parece que lo conseguimos, ese todo se aleja un poco más. He ahí de nuevo la paradoja. No parece que nuestros sueños sean alcanzables así los veamos, es casi como contemplar las estrellas en luna nueva, brillan, nos seducen podemos jugar a capturarlas como si fueran luciérnagas danzantes. Hay tanto dispuesto a nuestro alcance, pero esto resulta ser un espejismo y la academia no es ajena a esta situación paradojal y contradictoria: se nos habla del compromiso social que tenemos al formarnos como docentes, pero a la vez no tenemos real conocimiento de lo social. Nuestra conciencia se limita a lo que circula dentro de las instalaciones universitarias, hablamos en el lenguaje de teorías que se construyeron muchas veces sin ser correlativas al mundo y sus contingencias. Rechazamos las categorías universales pero a la vez las utilizamos para definir nuestras particularidades. Rechazamos la influencia de Europa pero a la vez utilizamos su lógica para montar reivindicaciones.

Y de verdad, agradezco su comentario a mi encabezado, porque me hizo pensar en lo difícil que es actuar sin presupuestos y sin miedo a las consecuencias, las cuales, para nuestra sorpresa, quizá solo habitan en nuestras mentes, es decir, queremos ser espontáneos frente al mundo pero la ansiedad de proyectar eso que queremos y evitar de paso imprevistos nos hace preferir seguir por el camino ya establecido. Como lo puede ser entregar una carta tratando de que esta cumpla con unos estándares mínimos de presentación pese a que en este caso no sean del todo fundamentales. Así mismo este espacio que dediqué a escribir esta carta me sirvió para pensar en la necesidad de tener prudencia con nuestro lenguaje y nuestras acciones, sobre todo porque a medida que hablamos las paradojas se hacen más cercanas, y podemos caer en falacias naturalistas o en generalizaciones que no deberían venir al caso. Pues como verá son muchas cosas sueltas que en esta carta menciono y que parecen asomarse para luego esconderse. Pero mientras encuentran una mejor estructura es lo que puedo sacar a la luz. Gracias.

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