viernes, 26 de septiembre de 2014

Aforismos, Gloria Daza

Mirar alrededor y encontrar que estamos solos es reconocer lo imperfecto de nuestro ser, pero mirar alrededor y ver todo un universo es reconocer que estamos más cerca de la perfección.

¿Dios, qué soy para ti? Acaso solo una obra imperfecta, siendo tú tan gran obrero ¿por qué no me has terminado? Disculpa mi falta de entendimiento que me hace dudar hasta de ti.

Hoy me siento atada a mí entendimiento, aunque veo con asombro y de alguna manera con un tinte de esperanza, que la voluntad se asoma buscando mi libertad.

Voluntad no trates de adelantarte, ni creas que puedes ir más rápido que el entendimiento, porque aunque él se muestre un poco inseguro, si te das a la tarea de conocerlo, podrás llegar junto a él más lejos.

El entendimiento soñó un día que era infinito, pero despertó y se dio cuenta que no era verdad y, aunque no pudo conocer infinidad de cosas, se sintió bien porque se dio cuenta que él no era el responsable del error.

Por la infinita bondad de Dios los hombres fueron dotados de voluntad. Por la finita imperfección del hombre, doto la voluntad de error.

De toda la creación universal, ¡preciso! tengo que ser yo parte de las cosas más imperfectas.

Yo no sé si soy parte de un universo, o si  yo misma soy mi propio universo en donde desconozco tantas cosas que están abrigadas por mi recuerdo. Creo qué no podré saber sí existe otro universo, hasta que no viaje y conozca en totalidad mi espíritu.

Dios, para no sentirse solo, decidió acompañarse de las matemáticas que cuentan con una realidad tan clara y distinta cómo la de él mismo.

¿Qué sería de ti, Dios, si te faltara la existencia? el solo pensar en tú existencia parece no ser suficiente para que existas y, si no la tienes, no serías Dios. Mejor pienso en que eres Dios y que existes.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Carta, Lesly Zabala

Bogotá D.C, 22 de Agosto de 2014
Estimado amigo: 
¿Cómo no escribir hoy cuando me invade un sentimiento de nostalgia debido a su ausencia...? A pesar de los kilómetros que nos separan, no quisiera dejar de compartir con usted inquietudes sobre la vida que surgen de mis jornadas de lectura y de mis actividades cotidianas. Espero que, al igual que yo, usted extrañe esas discusiones que sorpresivamente terminaban pasadas por lluvia. 
Por estos días, caminando por uno de los lugares que frecuentábamos, me ocurrió que creí haberlo visto (claro, por razones físicamente obvias eso debía ser imposible), sin embargo, cada vez que observaba al sujeto que creía era usted, lo encontraba idéntico. Esta situación me hizo pensar que mi visión me estaba engañando y que, si no fuera porque usted está en otro país, hubiera creído que realmente era dicho personaje. Otro episodio similar me ocurrió cuando descansaba luego de la caminata, al dormir soñé que aquel sujeto sí era usted en realidad, que caminábamos, discutíamos y llovía como es usual, de manera tal que desperté confundida con la sensación de que el sueño se acercaba mucho a lo “real”. 
Recordé, entonces, las muchas veces que he creído ver, oler, escuchar o tocar algo que no era lo que inicialmente pensaba, y las veces en que he confundido mi estado onírico con lo que verdaderamente pasa en realidad. Así las cosas, me es imposible no dudar de lo que experimento a partir de mis sentidos. Sin embargo, creyendo que no es muy sensato confiar en lo que nos engaña, creo que tampoco se puede caer en la esquizofrenia y dudar de mi corporalidad, sus partes y las actividades que puedo, o no, realizar con ella. Esto le puede parecer obvio a una persona que confíe en sus sentidos, pero y ¿qué pasa cuando se sueña?, ¿cómo puede estar seguro de que en el momento en que lee esta carta no está soñando?, por ejemplo. Pues bien, yo me hice dicha pregunta al escribir. Pensé en que a pesar de los desfases de los sentidos es imposible no percibir una parte de mi cuerpo (mis manos), que estoy en un lugar determinado y no otro (mi casa), en una posición específica (sentada), enfocada en una actividad definida (escribiendo una carta). Contrario a lo que sucede cuando sueño, pareciera que las cosas que surgen en los sueños son como negativos o copias deformadas de la realidad, pues no puedo afirmar lo que le menciono anteriormente con la misma veracidad. 
Por esta razón, pienso que las cosas en tanto más universales y simples no caben en la categoría de imaginaria o falsa, como es el caso de los colores, las formas o elementos aritméticos como las cantidades, las magnitudes o lo números. Piense en que hay relaciones que no se modifican a pesar de nuestro estado como, por ejemplo, que la división de seis cantidades en dos tenga como resultado tres cantidades; o que un triángulo sea la reunión de tres segmentos, etc. Me parece, que no es posible dudar de estas cuestiones tan generales, a pesar de que existan variedad de instancias que nos alejan de las cosas verdaderas. Porque, note usted, que ni la imperfección de los sentidos ni el mundo onírico, hacen que esa relación aritmética, y geométrica, sea de otra manera.
Esta situación de la confusión con el sujeto y el sueño, le pueden parecer nimiedades y situaciones comunes, pero eso me llevo a pensar si ¿es posible que en lo que he creído durante toda mi vida resulta ser falso? ¿Cómo podría determinar lo que es verdadero? Analizando la situación creo que lo mejor es comenzar de cero, pues hasta el momento encuentro que soy engañada constantemente, y como le mencionaba, no es posible confiar en lo que engaña. Querer dudar de todo lo que constituyen mis creencias hace que tenga la necesidad de buscar los fundamentos que son verdaderos, pues todo lo que se edifique en ellos correspondería con la verdad. En cambio, si intentara determinar la veracidad de cosa por cosa, no me alcanzaría la vida para hacerlo. Para lograr encontrar dichos fundamentos debo alejarme de los sentidos, siento que estos me proveen de infinitud de creencias falsas. Para cuestionar este tipo de opiniones que tengo sobre el mundo me es necesario hacerlo en solitario, sin interrupción alguna y en total confort. 
Quisiera compartirle una última preocupación. Hay quienes creen que somos obra de un ser superior al cual se le denomina Dios y que lo existe es en tanto fue creado por él y que nuestras equivocaciones se remiten a su voluntad. Pero quiero creer que ese precepto no influye, por ahora, en la comprensión del por qué nos equivocamos y asumimos como verdaderas cosas en nuestra vida que terminan siendo falsas. Por ahora, me es necesario dudar de las opiniones que, al no ser tan evidentemente falsas como las de los sentidos o los sueños, pueden incurrir en serlo. Es necesario no confiar en aquellas cosas que por más familiaridad o costumbre de escucharlas no las considero tan nocivas. Posteriormente, si logro encontrar los fundamentos verdaderos, tendré un criterio para definir lo verdadero sin más. 
No quisiera despedirme sin antes decirle que, a pesar de que no veo posible dudar de cosas como mi corporalidad, hay momentos en que lo cuestiono. La hipótesis de un reconocido filósofo amigo es que existe un genio malvado que despliega sus facultades sobre nosotros al engañarnos. Si asumo que lo que opino sobre mi misma es absolutamente falso, es decir, que en realidad no tenemos ni ojos, ni manos, que no existe nada en absoluto como la tierra o el cielo, afirmo que tengo elucubraciones imaginarias. Esto me hace pensar que no quiero volver hacia el mundo y recaer en lo que el malvado quiere que crea. Dentro de mi sueño sentía plena libertad de pensar que efectivamente existo, temo que al momento de tener que despertarme y me encuentre con una realidad que trae a mí confusiones y nieblas, no vea lo que es verdadero.  
Me despido, estimado amigo, con la creencia que algunas de las cosas que le he escrito le sirvan en este momento que se encuentra lejos y cuenta con algunos de los elementos descritos para la posibilidad de cuestionarse acerca de lo creía como verdadero. Ojalá a su regreso nos sigamos permitiendo espacios para caminar y discutir sobre la existencia que nos demanda pensar sobre ella todos los días. 
Pd: Prometo no olvidar comprar un paraguas. 
Atentamente 
Lesly

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Carta, David Fonseca

Bogotá, 22 de agosto de 2014

Estimado amigo:
Con la presente no pretendo importunar e interrumpir las inquietudes filosóficas, que como me lo ha hecho saber, le aquejan constantemente, ni tampoco las difíciles reflexiones a que lo llevan dichas inquietudes. Simplemente, mi intención es darle un grato saludo, al igual que comentarle que he seguido su consejo de leer cuidadosamente el “Discurso del método” y las “Meditaciones Metafísicas”  de Descartes.
Dicha tarea la he emprendido encontrando principalmente en la Primera parte del “Discurso del método” cuestiones que me han resultado interesantísimas, me refiero específicamente al modo como Descartes caracteriza a grandes rasgos desde su niñez y su juventud el camino que lo llevó a formar un método mediante el cual él mismo procuró dirigir su razón. En mi caso fue inevitable encontrar cierta identificación, con respecto a que conforme uno se inserta con mayor curiosidad al estudio de las letras, al recorrer libros con el propósito de aprender y adquirir conocimiento claro y seguro, lo único que muchas veces se consigue es poner al descubierto la propia ignorancia.
Ciertamente, me resultó inquietante que luego de pasar varios años estudiando en el libro del mundo, Descartes resuelve estudiar en sí mismo para elegir la senda que debía seguir. Concluyendo que lo adquirido en el libro del mundo le resultó mejor que si no se hubiera alejado nunca de sus libros y de su tierra, al modo de un hombre de letras, que como lo describe Descartes discurre encerrado en su despacho, acerca de especulaciones que no producen efecto alguno.  
Cordialmente.

David Alejandro Fonseca Díaz

Aforismos, Vicky Espitia

Sobre la tercera meditación del texto de Descartes Meditaciones de la filosofía primera

Me siento en familia cuando estoy en mí.

¡Claro que soy un cuerpo! Pero no por eso tengo que confiar en él.

Si soy una cosa que imagina, desearé imaginar que no existo y que quien escribe existe, porque hay un lector que lo lee.

Sé que me gusta estar contigo, compartir contigo, pero hasta ahora sé que  es porque siempre traes una mariposa en tu pelo.

Incluso que me hagas creer que no existo cuando te esté pensando, y cuando no te piense, ni me piense, deje de existir para ti y para mí.

Como no tengo motivos para estimar que no hay ningún Dios o que lo hay, preferiré ser mi Dios. Pero… ¿Seré un Dios engañador como el del filósofo aquel? ¿Seré un Dios bueno como el del católico? No importa. Sea el Dios que sea tendré la certeza que soy, porque Dios siempre existe o porque pienso que soy.

Si no me he muerto, cómo no poder decir que la muerte es quedarse mudo en un mundo de palabras, por qué no decir en palabras mí idea sin temor de falsedad.

Como ver mi amor por ti como una idea que brota de mi pensamiento, si para mí, amor se resumen en ti y tú estás fuera de mí; o será que estoy cometiendo un error al considerarte fuera de mí.

No estás en mi pensamiento, sigues siendo una cosa fuera de mí.

Déjame corroborar que no estoy loca si digo que es por una luz natural que sé que existo, más loca sería si te dijera que existo porque un impulso espontáneo me lo hace ver así. Si la existencia dependiera de los sentidos, no se buscaría una verdad.

Que es más real: mi amor por ti o tú.

Mejor sería no existir, para no tener que venir de ti.

Bibliografía
DESCARTES, R. Meditaciones de la filosofía primera. Seguida de Objeciones y Respuestas. Trans. Jorge Aurelio Díaz. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2009.

Aforismos, Pedro Ávila

Tercera meditación:
Acerca de Dios, que existe 

  1. Y como hallándose a sí; cual simple unidad que se piensa, omitiendo y separando de su ser todo lo externo a él, hallábase necesario una unidad pensante encargada de tal acción. El rechazo a lo externo de esta unidad (que existe solo cuando se está pensando, cuando está realizando la acción de pensar) es producto de la falsedad de tales cosas. Entonces ¿qué requiere dicha unidad para ser cierta? Teniendo en cuenta que aquella primera certidumbre es un conocimiento perceptible claro y distinto. 
  2. Un conocimiento de percepción clara y distinta solo será suficientemente, veras, si no se tiene duda de él. Lo verdadero es todo aquello que se percibe claro y distintamente, pese a la salvedad ya mencionada. 
  3. Antes de una primera certidumbre (la unidad que piensa) se tenía una falsa claridad de las cosas externas, producto de las ideas que dan los sentidos de tales cosas y que se presentan en la mente. Que esta falsa claridad haya sido aceptada en algún tiempo, no ha sido en virtud de la percepción. 
  4. Entonces ¿quién o qué hacía que se generarán falsas claridades? 
  5. Acaso ¿puede existir algún Dios al que, con su omnipotencia, le sería muy fácil engañar y generar falsas claridades; hasta de cosas más ciertas como la matemática o la geometría? 
  6. Es menester un examen acerca de Dios ¿Si este existe; si es un Dios embaucador? 
  7. Si no se examina la existencia de Dios, no se podrá estar cierto o seguro de algo.